jueves, octubre 12, 2006

Varas desiguales

Ante la peligrosa postura norcoreana, es valido tomarse un tiempo para analizar un punto en particular sobre las reacciones dadas.

Mientras agradecía al cielo por que no me tomaron un examen de periodismo de opinión sobre un libro que no leí, escuche los comentarios que se hacían en torno a las reacciones en base a las recientes pruebas de armamento nuclear por parte de Corea del Norte. Las condenas de la comunidad internacional, y de la Organización de Naciones Unidas (ONU), así como las miradas desviadas de otras potencias, no eran mayor sorpresa, no obstante reparé en una.

Luego de las ya mencionadas censuras internacionales ante las actividades ciertamente provocadoras e insensatas de la República Popular de Corea del Norte (cosa que no es tema de discusión en este momento), o en todo caso, a los anuncios que hicieron las fuentes oficiales de este país respecto a dichas pruebas, un país se no mostró lapidante, Irán. Este polo de contraposición al bloque occidental del mundo, es decir, a Estados Unidos y sus compañeros, y además uno de los principales países que ostentan un avance nuclear -que no parece acercarse a una decaída, por parte, al menos, de Mahmud Ahmadinejad, cabeza del gobierno iraní-, manifestó cierta condescendencia con Corea, y fue de la misma boca de Ahmadinejad, diciendo que debería mantener negociaciones donde se respeten “sus derechos”. Es decir sus derechos a enriquecerse con uranio, a tener un arsenal nuclear y continuar haciendo pruebas sobre el desempeño y eficiencia del mismo. Ello no debería sorprender, pues ambos países pretender reforzar este tipo de armamento y mantener conversaciones con EE.UU. y la ONU sin restricciones, no obstante el espaldarazo, que en las declaraciones brindadas a medios de prensa es algo tímido, su verdadera naturaleza, no lo es tanto, pues por coyuntura no le convenía al régimen iraní vociferar mucho, ya que tiene que lidiar con sus propios problemas frente a la mencionada organización internacional.

No obstante, y este es el punto fundamental, se comprende un apoyo a las posturas Kim Jong-Il, cabeza Corea del Norte, pero en todo caso, ¿No debería el Estado iraní repudiar sobre todas las cosas el régimen comunista que éste mantiene? El comunismo no contempla la figura de un ser supremo, la niega rotundamente, es decir, que entre otras cosas, no acepta la idea de Alá como el Todopoderoso, y por ende, Mahoma no podría ser Su profeta, ni el Corán Su palabra y compendio de estatutos.

Si Irán (entiéndase que no su pueblo, sino su dirigencia gubernamental, la cual es, hasta donde se tiene entendido, fervorosamente islámica) condena, entre otras cosas, a EE.UU. y demás como infieles y encuentra ello inadmisible, por qué entonces apoyar una medida tomada por un país que niega la existencia de su Dios y la validez de su entera religión. No debería, en todo caso, mostrar su apoyo público por las medidas positivas o humanitarias que tomen el resto de países impíos, como ayuda alimentaria o de salud, acaso realmente congratulables. No se supone que son deplorables, principalmente porque no comparten la fe musulmana y es por eso que nacen los demás conflictos. Entonces a qué viene saludar una acción tomada por Corea del Norte, si no es más que por solidaridad en sus enemigos comunes. No critica las prácticas nucleares norcoreanas, porque pretenden hacer lo mismo, y si no fuera así, es muy probable que tampoco la condene, pues el enemigo de mi enemigo es mi amigo.

Este tipo de incongruencias son las que desvirtúan y pueden llevar a un fortalecimiento de prejuicios en detrimento del pueblo islámico, de gran trascendencia e importancia en la historia de la humanidad.

Los asuntos y codicias geopolíticas se disfrazan de argumentos religiosos, de manera que los adeptos a defender una postura, lo hagan de manera trascendental, pues ya no se trata de una política de gobierno, sino de su religión, de su forma de entender al mundo, su cosmovisión. Ello queda demostrado con este particular asunto, desprendido de una breve cita, que no por ser pequeña, carece de significados y significantes. Es acaso, lo expuesto líneas arriba, uno de los recursos más bajos y repugnantes en los que puede caer una clase dominante por mantener una línea determinada de gobierno y una posición (cosa realizada no sólo por Irán u otros regímenes fundamentalistas musulmanes, sino también por EE.UU., Gran Bretaña y la mayoría de personas occidentales, que se dejan llevar por la errónea percepción de musulmán igual a terrorista, igual a amenaza, igual a violento y anacrónico atacante. Además es ya casi obsoleto decir que este recurso ha sido requerido por un sinfín de cúpulas, vale mencionar, acaso el ejemplo más trascendente, las cruzadas, donde se fijó una consigna para ir al Medio Oriente, cuando en realidad se trataba de obtener la hegemonía en las rutas comerciales, frenar el avance y solidez del bloque musulmán y lograr desligarse y prevalecer dominante sobre la iglesia Bizancia). Disfrazar sus reales intereses como principios religiosos, en especial en una religión que propone la paz, al igual que la cristiana. Pues si bien es cierto ha tenido matices radicales, esto es una evolución natural de la institución religiosa, más aun en una de tal envergadura.

Ojalá, el resto de países islámicos y su alta dirigencia clerical note este error, esta disimetría en las medidas de las varas que usa Irán para medir, como prefiere, a sus pares y sus acciones.

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