miércoles, octubre 11, 2006

El dichoso blog

La idea de escribir me hace volar (no se interprete “volar” en un sentido narcótico) en los amplios firmamentos de la imaginación, y hasta la ilusión, y es de tanto volar, que me olvido de escribir. Algo como lo que en su momento escribió el inagotable Juan Ramón Jiménez[1]: “Ante mí estás, sí; mas me olvido de ti, pensando en ti”. Qué gran expresión de este español de grandes relatos, célebres poemas y epitafios ideales. Sin embargo, es cierto, eso sucede, y sucede generalmente cuando pasa. Pienso tanto en algo, que olvido hacerlo y absorto en la fantástica dialéctica de mis supuestos, me enrumbo en una empresa extraordinaria, la de maquinar historias, engranar reflexiones y componer oraciones. De pronto me quedo dormido y aquellas nebulosas multicolores quedan disipadas más rápido que el humo de un fósforo consumido.

He creado este espacio justamente para eso, para poder escribir antes que se acumulen salvajemente las ideas, las palabras y las ansias y no pueda ya hacer nada ante el chamuscado resultado de meter tantas cosas en un horno que solemos llamar memoria. No es para ser leído -aunque también es por eso, y en realidad de eso se supone que se trata en segunda instancia-, sino para escribir.

Los temas son miles y en muchos casos, recurrentes. ¿Cómo es eso?, es pues la proliferación de temas, que en el más elemental fondo, tienen una misma raíz.

El motivo por el que comencé a escribir este texto en particular, era para hacer ciertas reflexiones sobre el blog. Este espacio es uno de los dos en los que participio, y aunque en este soy amo y señor de mis arranques y de lo que sea que sea publicado, también disfruto del otro, el cual comparto con un compañero de trabajo y estudios y con un colega de oficio y profesor universitario. Curiosos sujetos que merecerán más espacio después.

Estos espacios se abren como una puerta milagrosa y cuasi celestial a quienes tienen esa ansia incontenible de escribir y publicar sus escritos, algo que en soporte tradicional, es decir, papel, resulta mucho más caro y mucho más trabajoso. La interacción que también ofrece este servicio web es muy útil, o en todo caso entretenida, no obstante puede llegar a ser una molestia, pues cualquiera puede decir lo que le venga en gana sobre lo escrito. Hay que verlo como un ejercicio a la tolerancia, que buena falta hace en el orbe hace aún más buena cantidad de siglos.

Las utilidades son tan diversas como las personas que redactan y cuelgan sus posts. Uno que tuve la oportunidad de leer hace unos días fue el de una británica. El nombre era three beautiful things (tres cosas bellas), y se trataba de algo así, la mujer dueña del post, desde hace cerca de dos años escribe todos los días tres cosas bellas que le pasaron en el día, o en todo caso y para ser más precisos, tres cosas que pudo percibir y que califica como bellas. Una labor diaria que el que suscribe encontró demás original, alentador y agradable. Otros vomitan sus más biliares posiciones y hay quienes simplemente se desahogan colgando lo que les sale luego de unos momentos frente al teclado.

También hay, como el caso que me comentaron alguna vez, o algunas veces, porque fue más de una oportunidad cuando lo escuche y leí, el de un periodista brasilero que mayor éxito no alcanzó en los medios de su amazónico país y, desempleado y seguro que muy frustrado, comenzó a escribir en un blog. De qué escribía no lo sé a ciencia cierta. Eran, supongo porque me parece que también lo leí o escuché, aunque no lo aseguro, textos sobre noticias, análisis y demás labores de las que fue apartado, al parecer más que por incapacidad, por sobre oferta de colegas en los medios cariocas. Tal fue la respuesta del público ante su blog, tal la acogida y la tremenda interacción con sus visitantes que la cadena Globo (si mal no recuerdo) lo llamó y con algún jugoso contrato o acuerdo lo llevó a sus filas, dentro de la nueva modalidad que le sirvió tanto. Sigue con el blog, pero trabajando para la inmensa cadena brasilera.

La disertación, según los criterios de usabilidad, es demasiado amplia, así que por respeto a lo aprendido y que considero prudente, este tema será tocado más adelante, muy probablemente en la siguiente entrada que haga.


[1] Juan Ramón Jiménez (23 de diciembre de 1881, Moguer, España- el 29 de mayo de 1958, Santurce, Puerto Rico). Premio Nóbel de Literatura en 1956. Reconocido autor “Platero y Yo” (1917) y ejemplares obras de poesía moderna y post-moderna como “Diario de un poeta recién casado” (1916), “Eternidades” (1918), “Piedra y cielo” (1919) y “Dios deseado y deseante” (1948-49).

1 comentario:

stefanie dijo...

Entumecerse ante un aluvión de ideas pasa, siempre pasa. Pero cuando la necesidad de escribir nace en las entrañas, cuando arden las yemas del dedo por la congestión de sentimientos entonces sentirás la recompensa de escribir emociones y sentires, no palabras, no ideas, no maquinaciones. Ruben Dario advierte al aspirante a escritor que se cuide de aquellos que "premeditadamente se proponen escribir para el instante, palabras sin lastre e ideas sin sangre".
Tómalo de alguien que constantemente se ahoga en un sin fin de letras, pero a la que le resulta refrescante encontrar a otros que compartan la tan incomprendida pasión del escritor. Alguien que ya "no vive para escribir, sino escribe para vivir". Flaubert no dijo en vano que "escribir es una manera de vivir".
Por último vale adjuntar las disculpas necesarias por la larga extensión del comentario. Ups.