viernes, octubre 06, 2006

Prefacio.

Por fin la creación del dichoso blog. Hace varias semanas, es probable que lleguen a meses, que tenía intención de hacer uno, lo logré con más esfuerzo del médicamente recomendado y ya está. Y ahora la satisfacción de haber logrado algo. Haber Engendrado algo. Uno se queda atónito frente al resultado final. Lo contempla. Lo admira. Deja de verlo, sólo para verlo después, y tratar -de hecho lo hará- de encontrarle más ángulos. Por el hecho de regresar y ver que sigue ahí, esperando el advenimiento de su creador....suena a historia conocida.

Realmente me entusiasma la idea de tener un diario privado de acceso público. Porque ya podré publicar en la web lo que me venga en gana y tendré la maravillosa oportunidad de escribir en primera persona, cosa que mis estudios universitarios, con mayor rigor, los cursos de periodismo, se encargan de hacer un tabú. La cosa se pone difícil luego de unos ciclos así, y me doy cuenta que hablar de mí, hacia mí y desde mí, es más complicado de lo que parece.

La norma general dice que el título o encabezado de algún texto debe ser explicado en el mismo. Darle una razón de ser, sino, a qué se debe el bodoque o par de líneas que se escribieron.

Para aquellos que no lo saben, el nombre de este espacio es el epitafio de Borges[1]. Son pues estos breves textos, que se ciñen en una plancha de mármol, concreto o piedra, las líneas que acompañaran eternamente a quien yace unos metros debajo. Son como recordarán a aquel que ya no está entre nosotros, sino debajo de nosotros. Su referente. Unas líneas que trascenderán en el tiempo, acaso la encarnación gráfico-sintáctica del ser.

Cada uno pretende hacer justamente eso, trascender. Y si su epitafio nació de su propio ingenio; si logró dar aquella frase al mundo, aquella que lo inmortalizará, entonces cumplió. Si su epitafio, de autor cualquiera logra descifrar su entera existencia, mérito del que lo escribió, por hacerse profeta, mérito también del ahora dueño de la acertada cita ajena, porque son el mismo. Cada escritor que ha pasado por esta hermosa esfera azul ha soñado, en sus más alocadas fantasías, alcanzar la gloria máxima de la inmortalidad por sus escritos. De ser el ser absoluto del ingenio y la reflexión. De decir lo que nadie dijo -escribirlo en todo caso-, o decirlo -escribirlo- mejor. Al final del camino, el mejor epitafio será el que reconozca que no alcanza siquiera captar un matiz de la grandeza del espíritu que pretende envolver. Aquí yace el que en vida fue, y en ser continúa siendo.

[1] Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 agosto de 1899 - Ginebra, 14 de julio de 1986) Grandioso autor universal, incontenible en sí.

2 comentarios:

Luis Iparraguirre dijo...

Me encantaría leerte en verso, la prosa está bien, pero, repito, me encantaría leerte un poema... profundidad veo en tus letras. Un verso para la hinchada pues. No te sobres.

renzonapa dijo...

Me parece interesante la explicación que le das al blog. Y bastante interesante la forma pecular que tienes para escribir. Bueno, me gustaría leer todo lo que has escrito, pero tu archivo es bastante extenso. Sin embargo, me daré un tiempo.

Espero puedas leer lo mío también e intercambiar comentarios (http://lasletrasprohibidas.blogspot.com/). Saludos... renxito