lunes, enero 21, 2008

Retazos

Yo sabía que César tenía que morirse del corazón. Los dolores en el pecho se le iban haciendo más fuertes y los años se le colgaban de las pequeñas arrugas debajo de los pequeños ojos, y cuando abrazaba se estremecía como de frío. Angina, le dicen; los doctores insisten en llamarlos problemas cardiovasculares y calificaros, fulminantes, como un infarto, pero yo sé que es la enorme pena que implosiona todos los días adentro. La muerte de Victoria le cayó como encima como si Atlas bajara las manos de improvisto. Después de eso, y aunque siempre pensó que el único camino es hacia delante, fue consumiéndose en las noches de insomnio y con la cama fría por la ausencia. Las cosas de ella seguían ahí, tal como estaban antes que la llevaran al hospital como tantas otras veces esos tres meses finales. Era una vez más, una raya más al tigre. El cáncer que injustamente la fue devorando en silencio estaba, según los médicos que llaman a la pena infarto, controlado y encapsulado señora, usted no se preocupe que todo salió bien y a partir de ahora venga cada seis meses para sus chequeos, la señorita de la ventanilla uno le dará su cita ahora mismo si desea. Pero cuando la gripe se volvió inamovilidad y la sonrisa y los gritos de jovial ancianidad se le cortaron entre las quejas mudas, y el orín se tornó sangre, no quedó más que despedirse efusivamente y con la paz que dan esos momentos irremediables el último lunes, ante el presentimiento del colapso de su cuerpecito que, a esas alturas de la angustia, ya era un hecho consumado e irrefutable. El teléfono seguía en su lado de la cama y la pijama de Vicky aún, mal doblada, bajo la almohada. Los rosarios continuaban, como si hubieran estado ahí desde antes del tiempo, colgados en la pared, los papeles escritos, las cuentas y las boletas en los cajones y en los sobres que nadie movía y que jamás se empolvaban. La pena lo consumió. El cáncer a ella y la pena a él. Es como esos hoyos negros en el espacio que consumen todo, esos hoyos que los científicos no saben -por más que lo disimulen- qué son en realidad. Yo creo que es la pena enorme de Dios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Sabes? Creo que si saben. Dios... deberiamos hablar un poco mas del conecepto.

Anónimo dijo...

Concepto*

BlackSkull dijo...

"Yo creo que es la pena enorme de Dios" aja!

Fa dijo...

A veces, hasta Dios puede tornarse ese hoyo negro... y lo demás, está de más