lunes, enero 28, 2008

Retazos II

Hoy el cielo está hermoso, pensó Harry mirando hacia arriba como estúpido. El celeste estaba clarísimo, era como ver una impresión de alta definición. Por lo general el cielo de Lima es cerrado, patético, pero por encima de todo es gris y es por eso que se cambiaron roles, el gris impersonal y sofocante ya no es nube, es ahora cielo. Cuando se abre algún espacio en esta frazada ruinosa y se ve el cielo, parece que esa excepción fuera una nube, y que ese engrudo gris fuera cielo efectivamente y no nubes bajas, ligeramente nauseabundas, claustrofóbicas. Sin embargo en esa tarde previa al fin del año el cielo estaba distinto, era como ver leche cortada, como el suelo en el desierto, el celeste vivo se cortaba por el blanco de las nubes. Se veía, por entre los edificios, hacia el oeste que el blanco era dorado y se iba inmaculando hasta llegar al mismo color de la luna que estaba atenta a salir. Que hermoso –dijo para sí mismo Harry- cuánto color…qué bonito. Se quedó contemplando debajo de aquella bóveda inacabable donde flotaban unas pequeñas manchas grises, ¡ese era el cielo de Lima! No, era retazos de ese cielo gris y obstinado. Eran pequeñas nubes, trocitos de algodón percudido que se movían parejos norte, mucho más abajo que aquel fondo celeste y blanco que tanto lo impactó. Bajó la mirada y buscó en su bolsillo un cigarro, lo encendió y echó a andar, a una cuadra se detuvo y volvió a ver hacia arriba. Cualquiera que lo hubiera visto habría pensado que tendría un tic bastante peculiar o que le comenzaba a sangrar la nariz cada cierto tiempo. Cuando vio el cielo otra vez, ya el celeste era violeta y el dorado naranja, y en medio de ambos un rosa tenue, tímido, fugaz.

1 comentario:

Efímera dijo...

Acuso a tu coso ese, el blogarithm que no me esta mandando nada y me da flojera checar los blogs ¬¬.

Atte. yo