Y qué si tapé el fértil pozo
de mis versos solitarios.
Lo hice, condenado en el eterno negar
y amargar
y refutar el dogma que es
mi naturaleza y tu raíz.
Cómo arde aquella gélida mirada
que aquel frente al espejo
posa cada día en mi cara, en la memoria.
lunes, febrero 09, 2009
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1 comentario:
Bonito poema :)
te invito a que te des un paseo por mi blog:
www.himblerescribe.blogspot.com
saludos,
Himbler O.
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