miércoles, noviembre 22, 2006

Parpadeos

A veces te veo. Veo tus líneas y ciertas curvas, cuando me ves, y más veces, cuando no lo haces, o creo que no lo haces. Tienes una gracia que no conocía. Echado, veo tus contornos y un brillo en la línea que te separa, en dos dimensiones, del fondo; te veo sobresalir de la imagen que se forma de todo en mí. Veo como tu pecho sube y baja, suavemente, con cada respiro. Se eleva ligeramente, como tratando de jugar a que no lo hace, y tus labios, que son fríos, como muertos en la penumbra, ayudan. No dices nada, estás perfectamente callada. Sólo respiras. Tus largos cabellos sobre el pecho se contornean en la acogedora brisa de tu aliento, y en ese tibio sube y baja, que no se nota, pero tampoco se detiene. No hay nada más que el rumor de un silencio que llena el ambiente, y tú, desde ahí llenas todo, a tu manera.

Me atrevo y huelo tus cabellos, los huelo lento, saboreándolo, saboreando cada segundo. Nunca se repite un mismo momento. Nunca más sucederá igual, acaso siquiera similar. Alguien me dijo que eso celebran los japoneses cuando toman el té, conmemoran el momento. Es que a veces el presente nunca se puede palpar, es tan fugaz, que cuando reparas en él, ya no es más que un pretérito. Carpe Diem o lo que sea, el asunto es que en el devenir incontenible, hay que ser cada gota, para ser todo el río. Me convierto en cada uno de tus cabellos y me enredo en ti. Me enredo en mí, siendo todos tus cabellos, en tanto los sigo oliendo. Y tú me miras; me ves viéndote, y te veo verme. Pienso en cuanto te amo y sonríes, porque en silencio sabes lo que pienso y yo también sonrío, y los ojos se me reducen a dos líneas. Entonces, al cabo de unos segundos veo que detrás de esas pupilas estoy, y tú, detrás de las mías. Aprieto mis dedos entre tu cabello. Exhalo, sonrío y cierro los ojos.

Sigues ahí, a mi lado, más cerca que antes y la noche, también, acompañando, pero más lejos. No estás acá, estás en donde tu sueño desee que estés y sigues respirando como esperando a la Vida, que va un par de pasos por detrás. Te acomodas en mi pecho, buscando protección o dándomela, libre descansas y yo, boca arriba, te veo de reojo. De pronto haces ese ruido, ese que haces cuando duermes y que nace desde el fondo de tu garganta, volteo y estás igual. Eterna. Veo, y más importante, siento que solo te acomodas y soy completamente feliz. Y en ese momento, cuando duermes en mí, en perfecta armonía y comunión, caigo en cuenta que estoy en el lugar exacto donde quiero estar. Sonrío, cierro los ojos y duermo, tratando de alcanzarte allá. Dejando a la Vida un par de pasos detrás.

2 comentarios:

InO MoXo dijo...

Hay pocas maneras de describir al amor, me parece que diste con una de ellas. Felicidades hermano en realidad es de envidiarse.

Anónimo dijo...

volé, le gané al tiempo, viaje, reviví, sonreí, caí, lloré, pensé, en la nostalgia de aquel sentimiento, tan necesario para vivir y de igual manera para morir.
Hace mucho que la imagen en las lineas se habia perdido, lo deje volar, pero como el niño que pierde su cometa, va en busca de la cuerda. sentimiento demasiado delicioso en el que quiero nuevamente soñar en el.