Tus palabras bellas, parecen tan lejanas ahora;
mi fuente calmada,
mi jardín eterno,
mi tarde fresca,
mis horas llevaderas.
Ahora, de noche, que los minutos son largos y crueles,
el frío viene cada cierto tiempo
a dejarme el alma en temblor
mientras sigues rondando mi cabeza.
Ahora que estoy solo,
te recuerdo triste y apagado,
en el cepelio eterno de mis sueños.
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