domingo, julio 05, 2009

Premonición

Entonces el corazón se quedó petrificado en un latido imposible,
a un paso,
con el aliento siempre por salir,
la palabra no nata, la intención quebrada;
sus manos temblorosas
no se movieron nunca más en ese a punto de,
y los ojos,
–los propios y no los otros, esos tan otros y tan allá, al frente de uno–
juntos como hermanitos, en el borde mismo del parpadeo
mirando lo quieto que se está
cuando la carne es piedra y el aire arena.

–La voz yace colgada, a esa misma hora, de una soga en un cuarto chico y solo, en alguna parte. sus manos muertas se balancean obstinadas en un violeta de octubre tan alegre y tan dos de la mañana–.

Y entre otras cosas, además.
Por eso bailas,
y tus pasos,
tuyos y de quienes los toman por tu gana de hacerlos suyos,
son los crueles picotazos del buitre en el vientre
y la roca, del otro lado,
eterna como el buitre, el picotazo y el baile,
cruel y sin decir, al menos, buenas noches.

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