martes, mayo 22, 2007

La Espera I

Esperé sentado hasta que el frío era lo único que sentía. Detrás quedó el temblor de mis manos y la bocanada de humo antes de dejar caer el cigarro. El aire entraba helado por mi nariz, y aunque eso me daba cierta paz, también creaba una ansiedad que, lenta y como un depredador, avanzaba por la boca de mi estomago y rampaba hacia mi esternón.

De cuando en cuando recuerdo, no del todo bien, volteaba a ver algo hacia algún lado. Afinaba el oído al silencio total y a las conversaciones lejanas que sostenían extraños al pasar, dejaba al tiempo transcurrir, dejaba que se olvide de mí yo me dejaba olvidarlo también.

Luego de caminar y dormir, sólo me quedó el recuerdo de la garúa, el frío en el fémur y las calles miraflorinas tatuadas, como siempre y desde siempre, tras los párpados. Aún no eran las cinco de la mañana, pero el descanso parecía suficiente. Me levanté y preparé un café. Tomándolo, con el primer cigarro de la mañana que nacía a duras penas, seguí esperando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

capitán

me gusta la prosa breve que pintando instantes dan un enorme pantallazo de lo que pesa en el tema .En este caso
la espera tan fuerte,temida,huída y a la vez inevitable relacionandola con el tiempo.

"dejaba que se olvide de mí yo me dejaba olvidarlo también". esta frase
es impecable
saludos,gracias de tu visita
surera

capitán pezuña dijo...

De nada y aún más gracias tanto por leer como por opinar.

Así, con un pincelazo, a veces, que son muchas y pocas, depende cómo lo quieras ver, se puede mostrar algo tan privado que, es en realidad, universal.

ven y vísita cuando guestes, que, entre otras cosas, de eso se trata todo esto también.