domingo, febrero 11, 2007

Aldo y el Sol

Habíanse unas alas pegadas a un clavo.
Un clavo alado.
Mientras todos los clavos al suelo estaban pegados,
Aldo, el clavo con alas, estaba volando.


Todos sus hermanos estaban enterados,
verticales, desde el suelo veían a Aldo.
“El único que jamás será clavado”,
repetían al coro sus atascados hermanos.


“¿Qué se sentirá estar enterrado,
sin poder volar, volar tan alto?
¿Cómo se verá todo desde abajo?”,
se preguntaba en las alturas el alado clavo.


Todos los clavos deben ser clavados,
el cielo no está hecho para ti hermano.
Aldo eres el único clavo que siempre está volando,
allá arriba todo debe ser tan solitario.


Un día en su vuelo Aldo se quedó pensando
-¿Qué hago volando, si mi destino es ser clavado?-
Voló hasta el Gran Astro
y pensando esto se quedó contemplándolo.


Aldo se clavó al sol sin dudarlo,
a pesar de sus alas, sus viajes largos;
a pesar de todo, su destino era, delante de la inigualable luz, más claro,
y así fue el primer clavo al sol clavado.


*Escrito en Mayo del 2004

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno puede seguir su destino sin tener que sacrificar los sueños y los deseos. Gran ejemplo el de Aldo. Me encanto!! Felicidades!!!!

capitán pezuña dijo...

Gracias por las palabras, parece que te ha gustado mi blog, si gustas mándame un correo a: fgonzalezolaecheat@yahoo.es, sería entretenido conversar. Saludos.

MonjaGuerrillera dijo...
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